CAPÍTULO 1. EL INCONFORMISMO COMO MOTOR DE CAMBIO
Todo lo que hoy conoces, en relación con el proyecto CECAP, tiene un origen que puede parecerte insignificante, o incluso intranscendente. Todo nace con una emoción, que actuó como desencadenante de un conjunto de acontecimientos que, sin lugar a dudas, fueron fundamentales para poder crear lo que fue, en aquel momento, el primer Servicio de Capacitación en España. La emoción a la que hago mención no es otra que el inconformismo. Emoción poderosa que, en aquel momento, año 2005, consiguió que pasáramos de la reflexión a la acción, no sin cierta ingenuidad y siendo víctimas de una ilusión desbordante por conseguir hacer de otra forma las cosas.
Hoy, la palabra “capacitación”, “especificidad”, o el hecho de apoyar a las personas en situación de vulnerabilidad, en la comunidad en la que viven, actuando en sus contextos naturales, son ideas y conceptos utilizados y aceptados por todos los profesionales que trabajan en entidades sociales del tercer sector. Sin embargo, estas ideas o conceptos eran absolutamente disruptivos hace quince años. Hablar de individualidad, empoderamiento personal o capacitación, eran conceptos que atentaban contra la idea vigente en ese momento, donde imperaban las premisas de un modelo asistencial, en el cual la institución estaba por encima de la persona, y esta era quien en definitiva tenía que adaptarse a las normas y directrices de la organización o entidad social. Yo llamo a este modelon“el arca de Noé”. Todo su planteamiento partía de una idea, desde mi humilde opinión, errónea. Vamos a crear un mundo paralelo, ya que la sociedad nos rechaza, o bien, no se adapta a lo que la persona en situación de vulnerabilidad necesita. De esta forma, está más que justificado que la persona, en este marco de realidad, sea cautivo de un sistema que le lleva, sin posibilidad de zafarse, a la alienación e indefensión personal, y lo que es peor, a creerse “inútil” e “innecesario” para nuestra sociedad. No quiero decir, y no quisiera que me malinterpretaras, ya que parece que hubiera un plan maquiavélico orquestado para que, todo esto que comento, fuera así. Nada más lejos de la realidad, todo esto era producto de un absoluto desconocimiento de las personas a las que debemos nuestro apoyo. Son ellos y ellas, los auténticos protagonistas, y el motivo que provocó, el inconformismo al que antes hacía mención.
Durante muchos años trabajé en una entidad social, donde temporada tras temporada, me enfrentaba a reuniones con familias de los mal llamados “usuarios”, con el objetivo de informarles de como su hijo/a, había evolucionado en aquel contexto de centro. Recuerdo, como les informaba de los progresos, entendiendo que transmitía una información positiva, que les debería reportar satisfacción y alegría, pero, sin embargo, me encontraba siempre con la misma conclusión final. Todos terminaban diciendo, “gracias por todo lo que hacéis por nuestro hijo/a, sabemos de lo bien que está aquí, pero, cuando sale y viene a mi casa, no hace nada”. Esas palabras, todavía resuenan en mis adentros. En aquel momento me hizo ver que mi trabajo, todo mi esfuerzo, terminaba en la puerta de chapa verde de aquel centro ocupacional. Más allá de esa puerta, no había nada…….el vacío.
No podía quedarme con esta sensación y, sin pensarlo dos veces, comencé a incitar a la reflexión de compañeros y compañeras. Todos ellos y ellas, compartían cien por cien, las impresiones que en aquel momento apuntaban a la necesidad de un cambio en la forma de trabajar de cada uno de nosotros. La ilusión de poder conseguirlo, era tan potente, que me hizo llegar hasta el final, convocando a la junta directiva de la entidad, para poder proponerle cambios que favorecieran el poder acabar con esta sensación que me atenazaba, tanto a mí, como a todos los demás profesionales.
Llegó el gran momento. Yo era un profesional comprometido, reconocido en la entidad, cuidado y valorado. Siempre estaré agradecido. Me veía en un momento crucial, hablando con las personas que finalmente tenían el poder de introducir los cambios que, profesionales como yo, veíamos más que necesarios para poder conseguir los objetivos que nos proponíamos, que no eran otros, que llegar la plena inclusión de aquellas personas a las que ayudábamos día a día. Sin embargo, nada fue como esperábamos. Aquel grupo de familias, miembros de esa junta directiva, decidió que NO. No eran partidarios de cambiar nada, siendo el interés principal mantener aquella estructura, cada vez más inservible y obsoleta.
Sin apenas darme cuenta, nació en mí esa sensación de inconformismo, que fue un motor de energía que provocó en mí algo totalmente desconocido hasta el momento, la necesidad de actuar para cambiar las cosas. Había crecido en mí un conflicto interior que, generaba en mí ideas que, en aquel momento, me aterraban. Solo veía una forma de resolverlo, me enfrentaba a la decisión de dejarlo todo y marcharme, dejando atrás la entidad que había sido mi casa. Solo así, podría cumplir con la necesidad que había nacido en mí, apenas sin darme cuenta. Comenzaba de esta forma, un viaje hacía el talento, que tengo el gusto de contarte, en estos humildes capítulos, donde podrás descubrir muchos detalles que, sin lugar a dudas, te van a sorprender.
Te invito a que sigas descubriendo los siguientes capítulos…..Gracias por ser parte de un proyecto que nos cambió a todos.