Seguramente, con los tiempos que corren, puedas pensar que este refrán tan utilizado por todos en los comienzos de un nuevo año, haya perdido su fuerza o significado. El plantearse nuevos propósitos u objetivos, retos o simplemente un cambio de hábitos, te pueden parecer misión imposible si tenemos en cuenta las adversidades a las que nos enfrentamos. Pero nada más lejos de la realidad. Todos necesitamos seguir creyendo en el mensaje que nos quiere transmitir, este refrán tan popular. Un mensaje, que nos habla de la importancia de comenzar continuamente, del valor que supone el continuo aprendizaje y el afrontamiento de nuevas exigencias, muchas de ellas autoimpuestas. No podemos perder la ilusión de seguir avanzando, en el proyecto más importante de todos, aquel que habla de nosotros mismos.
Quizás todas estas adversidades, tengan en sí un porqué. Nuestros ancestros, buscarían las respuestas en las deidades del cosmos o la naturaleza. Nosotros, el sapiens más evolucionado de la historia de la humanidad, buscamos respuestas en nuestras creencias, en la ciencia, o en ambas. En definitiva, podemos pensar que todo lo que está ocurriendo, está provocando un cambio en el orden establecido, enseñándonos desde la crudeza de la experiencia, nuevos aprendizajes que, sin lugar a dudas, están contribuyendo al desarrollo de nuevas habilidades o competencias que, en la inmensa mayoría de los casos, no sabíamos que teníamos. Al igual que, pandemias y temporales, han alterado dicho orden, también nos han situado en un escenario de incertidumbre, lo cual está contribuyendo a hacernos más fuertes, ya que está generando en nosotros una capacidad de adaptación, no vista hasta el momento.
Pero, ¿estamos realmente ante algo nuevo?, o bien ¿estamos ante el descubrimiento de algo que había pasado desapercibido para nosotros? Si te paras a pensar en esta idea, nos educan bajo premisas que no son del todo ciertas. El ser humano, el sapiens actual, quiere moverse siempre en un escenario de certidumbre, buscando la falsa sensación de control de todo lo que acontece a su alrededor. Hemos diseñado un sinfín de herramientas, que creemos nos ayudan en este objetivo. A veces, hasta recurrimos a la magia para conseguir esa sensación de certidumbre, incluso en aquello que es por naturaleza incierto, como nuestro futuro. Quizás sea más fácil, a partir de ahora, admitir que nuestro presente también es incierto, y que si hay una premisa que rige nuestra realidad actual y futura es, la incertidumbre.
Ante este nuevo escenario, o viejo escenario desconocido hasta el momento, no queda otra que aceptar el reto que nos impone la actualidad, y desarrollar una capacidad de adaptación que nos permita seguir avanzando en nuestros propósitos y retos de futuro. Esta capacidad de adaptación, necesita de un punto de creatividad, resiliencia, flexibilidad y motivación, además de algunos otros aspectos que nunca vienen mal, buen humor, ilusión y energía positiva. Es por ello, que debemos seguir creyendo en nuestro refranero, ahora más que nunca, y buscar cada año esa “vida nueva”, que no deja de recalcar la importancia que tiene para nuestro bienestar, incluir microcambios que nos permitan seguir afrontando la incertidumbre, siendo esta una compañera de viaje permanente en nuestra realidad, independientemente de COVID-19, o Filomenas.
Si lo piensas fríamente, no deja de ser el mismo ejercicio que hacemos cada temporada o año nuevo. Nos vemos en el mismo punto de partida, haciendo mención a otro de nuestros dichos populares, “virgencita que me quede como estoy”. Seguro que, en estos últimos meses, lo has utilizado en más de una ocasión.
Particularmente, si algo me ha servido en lo personal y profesional, es haber seguido planteándome retos y nuevos objetivos. Como bien dice, un buen amigo montañero, la clave para poder conseguir llegar a la cima, en momentos de tempestad, no es volverse al campamento base, sino saber esperar, aguantar y preparar un plan para cuando esto pase. Para poder hacerlo, es fundamental recuperar el mensaje anterior, saber que nos encontramos permanentemente en un escenario de incertidumbre y, potenciar nuestra capacidad de adaptación siempre, no solo ante las adversidades, favoreciendo nuevos aprendizajes continuamente.
En lo profesional, este año es muy especial, el Grupo de Entidades Sociales CECAP, que tengo el placer de presidir, cumple quince años. El que sea especial, no lo hace diferente, ya que, durante todos estos años, si algo ha caracterizado a este gran proyecto, es el continuo cambio y la permanente adaptación ante las condiciones que marca nuestra realidad, siendo esta, cambiante en sí misma. Me vienen a la mente, algunas preguntas que me han hecho durante todos estos años. Andrés, ¿Por qué siempre estamos cambiando, no podemos parar ya? Querido/a amigo/a, cambiamos o mutamos continuamente, porque nuestra misión es sobrevivir, ya que la realidad en la que vivimos no es estática. Si no te adaptas a los cambios, tienes todas las probabilidades de desaparecer.
Te confieso, que algo que me asusta, es pensar que este dichoso virus, sabía todo esto que te he contado antes que nosotros. Ya sabía que debía mutar para seguir sobreviviendo. A veces es bueno aprender de tu enemigo.
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