El informe revela que una de las principales diferencias entre hombres y mujeres con discapacidad es la tasa de actividad, que en el caso de las mujeres es de apenas un 33%, más de la mitad que la correspondiente a los hombres, unida a una tasa de paro ligeramente superior para las mujeres, de un 27,6% frente al 22,2%.
Así pues, las mujeres participan en menor medida en el mercado laboral y tienen mayores dificultades para permanecer en su puesto laboral. Sin embargo, parece que se puede hablar de cambios en esta tendencia, ya que se observa una mayor presencia de mujeres trabajadoras en las cohortes de edad más jóvenes.
El nivel educativo y la formación es un elemento fundamental en la incorporación al mercado laboral, y se observa que un mayor nivel de estudios está ligado a una mayor participación, alcanzando el 56% en estudios universitarios, frente al 29% en personas sin formación.
Por tanto, se podría argumentar que una de las razones en la baja participación laboral de la mujer con discapacidad podría venir explicada por las diferencias en el nivel educativo, aunque los datos señalan que no existen prácticamente diferencias de género en esta característica y que tanto para hombres como para mujeres, el nivel educativo suele ser bajo-medio.
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